Señor Director Saliente de la Academia Salvadoreña de la Lengua,
Doctor René Fortín Magaña,
Señores Miembros de la Junta Directiva Saliente,
Compañeros de la Junta Directiva Entrante,
Compañeros Académicos,
Invitados Especiales,
Señoras y Señores.
“Por el que echa rosas de oro
cuando dice sus palabras.
Por ti, Galindo, que labras
tu pensamiento sonoro."
Así hablaba Rubén Darío, el de León y el mundo, de nuestro Francisco Esteban Galindo,
(1850 – 1896), aquel poeta delicado y dulce, político honesto, dramaturgo, pedagogo y
vibrante orador. Este hombre nuestro, cuya figura debemos rescatar, honró a esta Academia
Salvadoreña de la Lengua en sus inicios, comenzando a labrar la estructura de esta institución
seria e importante que es hoy.
Junto a él, hombres ilustres como don Juan J. Cañas, que nos da, dejándose escuchar en la música
de Aberle, vibrante y sonora, la letra de nuestro Himno Nacional, que clama aun por la paz,
por la concordia y por la libertad, dichas supremas ahora diluidas en esta confusa situación
nacional.
Y después, tantos otros, como el sabio Don Darío González, rector de nuestra entonces Universidad
Nacional, y gestor de su autonomía en el año de 1871.