La Real Academia Española, fundada en 1713, siempre tuvo interés en promover el español
de América y en suscitar la fundación de academias que fueran correspondientes de la asociación madre.
La idea fue siempre de una academia por cada país hispanohablante. Este impulso cultural y este espíritu
de hermandad del idioma se iba concretando cada vez más y el 21 de noviembre de 1870, un acuerdo de la
Real Academia Española faculta a las academias americanas para que nombren ellas sus propios corresponsales
(quiere decir correspondientes), así como la RAE los nombraba en los diferentes países. Llama la atención
esta facultad concedida a las academias americanas, cuando estas todavía no existían en 1870, puesto que la
primera fundada en América fue la de Colombia, en 1871.
En cuanto a la Academia Salvadoreña, el dato más antiguo que se tiene es que ya en 1872, el Sr. Torres Caicedo
había iniciado las negociaciones para que se fundara. En esa ocasión, el Sr. Torres Calcedo había presentado
incluso los candidatos para correspondientes.
No sabemos a quiénes propuso Torres Caicedo como correspondientes de la RAE en San Salvador, pero el 9 de mayo
de 1875, el mismo señor propuso a don Francisco E. Galindo, a don J. Larreynaga, a don J. Valle y al general
Miguel Brioso. Como dice el libro del Centenario de la Academia Salvadoreña de la Lengua, no se aclara en ningún
documento que esta segunda propuesta fuera aceptada ni si los propuestos son los mismos de la primera.
En cambio en la sesión del 23 de noviembre de 1876, de la RAE sí aparece que fueron aceptados como correspondientes
Francisco Galindo y Juan José Cañas.
Al margen de esos nombramientos de Miembros Correspondientes, el hecho importante es que la verdadera fundación
de la Academia Salvadoreña de la Lengua se verificó el 17 de noviembre de 1875, respondiendo precisamente a los
deseos manifestados expresamente por la misma Real Academia Española y a las gestiones que en 1972, había iniciado
en Madrid el Sr. Torres Caicedo. El acta de fundación no puede ser más explícita:
"Con objeto de promover la creación de la Academia Salvadoreña Correspondiente de la Española, en virtud de la excitativa
que para el efecto han recibido con anterioridad de aquella ilustrada corporación…"
El espíritu de esta decidida fundación no deja de ser un poco contradictorio con las palabras de cierta timidez e
inseguridad en las que se manifiesta la excesiva dependencia reverencial de la fundación salvadoreña con respecto
a la Real Academia Española. Se organizan pero no están seguros de lo que hacen. Dicen "instalarse provisoriamente"
y al día siguiente comunican a España la noticia de esa "primera reunión" y se quedan a la espera de la venia.
El acta de fundación termina diciendo: "Esperar las contestaciones que se reciban, para proceder a la instalación
y establecimiento definitivo de la Academia Salvadoreña". A la Directiva se le llama Junta de Gobierno; el Presidente
es don Pablo Buitrago y el Vicepresidente don Darío González.
Muy extraño es que nueve meses después (20 de agosto de 1876) y no obstante haberse recibido en el ínterin en la ASL
varias comunicaciones de la RAE, el entonces Secretario Interino, don Jacinto Castellanos, escribe al Sr. Manuel Tamayo
y Baus, Secretario de la Real Academia Española, y le reclama porque habiendo escrito "hace algunos meses" a un Sr. Apersechea,
"participándole la instalación provisoria" de la Academia Salvadoreña, no ha recibido contestación. Luego advierte que,
como de esa contestación depende proceder o no a la organización formal de la Academia, "suplico a la bondad de U.
se sirva decirme si debemos esperar la remisión indicada o prescindir de la formación definitiva de
la Academia Salvadoreña."
A pesar del tono apremiante de la carta anterior, la respuesta tardó dos meses y no fue despachada sino hasta el 20
de octubre. En ella el Sr. Tamayo y Baus explica las razones de la tardanza e informa que en la sesión de la RAE
del día anterior (19 de octubre de 1876) había quedado aprobada y autorizada la Academia Salvadoreña, aunque se le
hacían dos observaciones importantes: primera, que "se echó de ver" que dos de los señores fundadores (Francisco
Galindo y Juan J. Cañas) no son Académicos Correspondientes de la RAE; y segunda, que es excesivo el número de
correspondientes nombrados y además residentes en la misma república, incluso algunos en la misma ciudad capital.
Otra de las razones de la tardanza de la contestación es la muerte del Sr. Puente y Apezchea (en la carta de Castellanos
dice Apersechea) y que muchos papeles concernientes estaban en la casa del fallecido y tardaron muchos meses en
volver a la RAE.
En todo caso y a pesar de los contratiempos casuales de la correspondencia, lo que queda claro es que en la sesión
de la RAE del día 19 de octubre de 1876 no se fundó la Academia Salvadoreña de la Lengua sino que se autorizó y se
aprobó la que se había fundado un año antes, el 17 de noviembre de 1875, fundación que se había hecho bajo las instancias
de la misma RAE, las cuales se venían haciendo desde tres años antes, en 1872.
No es lo mismo fundar que aprobar, ratificar o autorizar. Además la autorización de la Real Academia Española para la
Academia Salvadoreña de la Lengua no era necesaria, puesto que la fundación se había hecho por instancias previas de la
institución a la cual después, con evidente tono de inseguridad, le pedían la venia. Lo que sí fue útil y conveniente
fueron las aclaraciones y correcciones que se hicieron de parte de la RAE con respecto al concepto mismo que debe manejarse
acerca de los Académicos Correspondientes.
Aceptadas estas relectura e interpretación de los documentos de la historia de la Academia Salvadoreña de la Lengua,
ganamos un año de antigüedad y coincidimos con el mismo año, 1875, en que fue fundada la Academia Mexicana de la Lengua.
(Datos tomados de: Historia de la Academia Salvadoreña de la Lengua, por el Lic. Matías Romero, exsecretario de la institución).
Los primeros miembros de la Academia Salvadoreña de la Lengua, en aquel entonces fueron: